La deuda pública y privada, junto al desempleo, es uno de los graves problemas de la economía española. Téngase en cuenta que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social está invertido en un 90 % en deuda pública y que la banca tiene mucho dinero invertido en deuda del Estado (el llamado bucle Banca-Estado). Ésta ha crecido un 30 % en los últimos 3 años debido principalmente al déficit público y también en parte al rescate bancario. El impago de la deuda supondría, según Vidal-Folch en su artículo «Impagar deuda, hundir obreros» (11-12-2014), no solo la quiebra del Estado ante la imposibilidad de obtener financiación (no se le presta a quien no paga o no es capaz de pagar y seguimos viviendo de prestado), sino que no se podría hacer frente al pago de las pensiones y prestaciones de la Seguridad Social, incluida la prestación de desempleo. También afectaría a la solvencia de los bancos (aún con una enorme morosidad y con mucha deuda pública) y a la prima de riesgo, que se ha reducido sustancialmente en 2013-2014.
Pero hay que distinguir entre el puro impago unilateral de la deuda, la quita pactada (acuerdo por el que una parte de la deuda no se pagará), la denuncia/reestructuración desordenada, y la renegociación de las condiciones de pago de la deuda. Según Vidal-Folch esta última vía permite alternativas más indoloras y menos peligrosas como son:
– Renegociar los plazos de la deuda, ampliándolos. – Cambiar bonos antiguos por otros nuevos con menores intereses. – Que el Banco Central Europeo compre bonos y los convierta en títulos perpetuos a interés cero. Es decir, bajar los intereses y alargar los plazos, y apoyo del BCE, todo ello a través de una negociación.
En esta sección vamos a seguir profundizando en este tema, clave para nuestra economía y nuestro crecimiento pues el coste financiero de la deuda (los intereses que pagamos) supera los 36 mil millones de euros anuales (2014), más de lo que supone la protección por desempleo, recursos que se detraen de la inversión y los servicios públicos. Por otro lado, la alta inversión en deuda pública de nuestros bancos detrae fondos que son necesarios para conceder préstamos a las empresas para sus inversiones.
En la Conferencia «Estado de bienestar y protección social, celebrada el 4-12-2014, se debatió sobre este problema. Puedes ver una reseña de la Conferencia en dicha entrada.
Cuando la deuda pública sigue creciendo a los niveles actuales tenemos un problema que puede comprometer la incipiente salida de la crisis y la actitud de los inversores hacia España. Actualmente (diciembre de 2014) la deuda pública ha alcanzado 1,02 billones de euros, el 96,8 % del PIB, con un crecimiento del 6,13 % en el tercer trimestre de 2014. Crece sobre todo la deuda de las Comunidades Autónomas, pero también la del Estado, mientras decrece la de los Ayuntamientos. Más datos en este enlace.
Luis Garicano en su libro “El dilema de España” (2014), págs. 156-161, propone las siguientes medidas:
- Una reestructuración voluntaria de la deuda mediante el intercambio de bonos existentes por otros del mismo valor, pero con vencimientos más largos (+ 5 años), asumidos por el sector privado con determinadas garantías.
- Apoyo del BCE para la deuda de los países que cumplan sus compromisos y papel del BCE como prestamista de última instancia de sus gobiernos.
- Integración (unión) financiera y bancaria, con supervisión bancaria común y una agencia europea de resolución de entidades bancarias, para romper el nudo diabólico existente entre los Estados y los bancos que hace que ambos acaben hundiéndose al tener que rescatarse mutuamente, asumiendo el rescate los accionistas y acreedores de los bancos insolventes o un fondo adicional en el caso de las entidades sistémicas.
- Rendir cuentas al parlamento europeo por parte de las instituciones nacionales de supervisión fiscal, para verificar el cumplimiento de las normativas fiscales de la U.E.
- Activos seguros o libres de riesgo no vinculados a lo emitido por un país específico, que daría más liquidez a los países del euro.
El autor no incluye entre sus propuestas la emisión de deuda común de la zona euro ni un mecanismo de transferencias fiscales contracíclicas, pues los países con superávit no quieren que la solución para los países más endeudados afecte a sus propios recursos fiscales ni que se produzcan transferencias permanentes de recursos a nivel europeo en el futuro. Para ello admiten compartir costes heredados del pasado (las deudas heredadas de la crisis), que son en parte consecuencia de un mal diseño de la unión monetaria (un euro sin unión bancaria y financiera), pero no costes futuros que derivarían de adoptar una unión fiscal o deuda en común.
He aquí los límites a la solidaridad entre países que establecen los países con superávit en la Unión Europea.
El Presidente del Bundesbank dice al respecto (13-12-2014): «Dejar de pagar la deuda no es un símbolo de fortaleza. Supondría riesgos muy importantes que dañarían la economía y que podrían cortar el acceso al mercado de capitales. Si los bancos locales tienen una gran parte de la deuda pública, peligraría también la solvencia del sistema financiero y los ahorros de los ciudadanos. Además, si un país decidiera no pagar parte de la deuda, sería difícil que contara con la solidaridad del resto de países». Puedes ver la entrevista completa de El País en este enlace.
Preguntado por la reestructuración de la deuda, Cruz Villalón dice en su conferencia del 4 de diciembre: «no soy economista, pero creo que lo mejor es no hablar mucho de ello y, si hay que hacerla, que se negocie de forma discreta».
Con ello se refiere a los riesgos que muchos analistas han puesto de manifiesto ante esta propuesta de PODEMOS. A juicio de estos analistas si los acreedores consideraran que España no va a poder hacer frente al pago de las obligaciones de la deuda pública nos prestarán más caro, es decir, volverá a subir la prima de riesgo, sin perjuicio del riesgo de intervención y rescate del país si volviéramos a entrar en recesión (sería la tercera), unos riesgos que se han podido evitar en los dos últimos años, en los que la prima de riesgo ha bajado considerablemente y hemos iniciado una senda de crecimiento aunque moderado. No obstante, es evidente que la deuda no puede seguir creciendo como lo ha hecho en estos últimos años, en que ha crecido un 30 % hasta alcanzar casi el 100 % del PIB, y que hay que tomar medidas al respecto.
La propuesta de PODEMOS de reestructurar la deuda es apoyada por el economista Wolfgang Münchau del Finantial Times (ver artículo y noticia más abajo), aunque pide más concreciones.