Ha muerto estos días en su retiro de la Sierra de Huelva, el juez Manuel Rico Lara. Excelente persona de bien, con fino intelecto para el humor, el derecho, la investigación histórica y la pintura. Amante de la música y de pasear por Sevilla. Un buen amigo.
Juez de familia; juez de peligrosidad social; juez de menores. Trató de humanizar el servicio público de impartir justicia, no siempre tarea alcanzable, ni siquiera posible.
Trabajé con él en peligrosidad social (los antiguos Juzgados de Vagos y Maleantes) y en menores.
Le rompieron la vida y trataron de destrozar su honor algunos miembros de su propia “carrera”, a raíz de una denuncia falsa de un infractor juvenil al que había condenado como juez de menores, cayendo en la trampa del vengativo muchacho y apresurando con precipitadas medidas su condena mediática de la que no se recuperó, pese a amigos de toda condición y lugar.
Nos vimos hace un par de meses antes de las vacaciones, en la sala de espera de un centro traumatológico, ya que los años conducen a lugares así. Lo encontré físicamente muy deteriorado, pero con la irónica mirada viva y el comentario inteligente, vivo actualizado y bien humorado.
Mi recuerdo, mi homenaje y mi cariño a un juez, a un caballero, a un maestro en el vivir con honestidad su propio camino.
Alberto J. Revuelta