El independentismo ha ignorado a la otra mitad de Cataluña, silenciosa hasta hace poco, pretendiendo imponerle una separación de España cuando apenas cuenta con el 48 % de los votos según las elecciones del 27-9-2015, una separación que no quieren los que se sienten catalanes y españoles al mismo tiempo. No existe solamente un conflicto político (entre élites políticas), éste ha impregnado ya la vida social provocando la separación entre los dos mundos.
Aplicando la estrategia del frentismo (los independentistas unidos contra los constitucionalistas) el independentismo ha profundizado en la fractura social al centrar toda su política y esfuerzos en seguir la hoja de ruta del proceso independentista, pasando por alto abordar la solución de los problemas económicos y sociales a los que se enfrenta una Cataluña ahora en decadencia. Obviando la solución a estos problemas concretos mantiene la cohesión del bloque independentista en torno a un único objetivo (la independencia), y hace imposible la transversalidad y la comunicación entre los dos bloques, y ello pese a las enormes diferencias políticas e ideológicas existentes entre las tres fuerzas que integran el bloque secesionista: ERC, PDeCAT y la CUP. Lo que se precisa es justamente lo contrario: la comunicación, el diálogo y la búsqueda de soluciones entre los integrantes de los dos frentes.
Si se quiere evitar que esta situación continúe el independentismo debe perder el 21 D la mayoría absoluta en escaños de que dispuso en la anterior legislatura, aunque la gobernabilidad se presenta muy difícil. De lo contrario el conflicto continuará siendo impulsado desde las instituciones incrementando el deterioro, y se retará al Gobierno central a que haga uso de nuevo del artículo 155, por un periodo más largo, para agudizar el conflicto. Ya lo han dicho: en la próxima etapa no se trata de hacer nuevas proclamaciones ni declaraciones, sino de avanzar con los hechos en la construcción de la república catalana como Estado independiente. Es decir, más de lo mismo.
Además del daño económico producido, la fractura social es cada vez mayor y puede llegar a desencadenar un verdadero conflicto social. ¿Vuelta a las dos Españas enfrentadas violentamente hace ochenta años? Salvando las distancias no estamos tan lejos de que el conflicto llegue a plantearse entre los propios ciudadanos.
El tema de la fractura social lo aborda Lluis Bassets en su artículo «Mundos que se alejan«, 11-12-17.
Vargas Llosa escribe «El nacionalismo en Cataluña», artículo en el que dice que el nacionalismo, que pudo ser factor de progreso en la época de la descolonización, en nuestros días es ya sólo una ideología reaccionaria, antihistórica, racista, enemiga del progreso, la democracia y la libertad.