El Fiscal General del Estado de Hesse (Alemania), Fritz Bauer, está empeñado a finales de los 50 y principios de los 60 en la persecución de nazis relevantes como Adolf Eichmann, responsable del transporte de judíos a los campos de concentración nazis para su exterminio, en lo que se llamó la Solución Final. Pero Alemania aún no ha afrontado plenamente su pasado casi dos décadas después de aquellos hechos, mientras que antiguos nazis ocupan cargos importantes en la Administración, el Gobierno, las grandes empresas y … los servicios secretos.
Bauer encontrará todo tipo de obstáculos en su tarea de localizar a Eichmann y traerlo a Alemania para someterlo a juicio por sus crímenes. Este juicio, además de hacer justicia al responsable de millones de muertos, ayudaría a limpiar de nazis la Administración y el Gobierno alemanes. Cuando tiene noticias de que el dirigente nazi vive en Argentina oculto bajo otra identidad, no puede confiar en los servicios secretos alemanes para comprobarlo, tiene la certeza de que éstos advertirán a Eichmann para que pueda escapar, por lo que se enfrenta al dilema moral de infringir las leyes de su país (se considera traición entrar en tratos con los servicios secretos de otro país) o buscar que se haga justicia, lo que implica entrar directamente en contacto con los servicios secretos de Israel (el Mosad), sin revelarlo a los de Alemania, para que secuestren a Eichmann, lo lleven a Israel y finalmente sea extraditado desde este país a Alemania, donde será juzgado.
Éste es el tema central de la película “El caso Fritz Bauer”, que se proyecta en los cines este mes de mayo. ¿Asumirá Fritz Bauer el riesgo de acabar en la cárcel que conllevaba tratar con los servicios secretos israelíes?
En la película hay otros elementos para el análisis. El interés de Estados Unidos en impedir una crisis de gobierno que debilitara al canciller Adenauer y a Alemania frente a la URSS en plena Guerra Fría como elemento de presión para que Israel no extraditara a Eichmann a Alemania; el tema de la homosexualidad, utilizado por los servicios secretos para conseguir información e intentar frustrar los planes de Bauer, aunque este aspecto no está confirmado por la historia; las dificultades de una sociedad para afrontar su pasado y asumir que muchos fueron responsables activa o pasivamente del Horror. Era más cómodo o conveniente olvidar, o era pronto aún para enfrentarse a ese pasado.
Eichmann fue juzgado finalmente en Jerusalén, no en Alemania, y Hannah Arendt asistió al juicio y escribió “Eichmann en Jerusalén”, un libro que comentamos en esta Web en la sección dedicada a la pensadora.
El compromiso con la justicia del Fiscal Fritz Bauer fue fundamental para que los alemanes empezaran a recuperar la memoria y afrontaran lo que había ocurrido dos décadas antes, algo que permanecía en el silencio.
La obra de Bauer sirvió también para la reconstrucción de una justicia democrática y para una persecución penal coherente de las injusticias nazis. Los procesos de Auschwitz (1963–1981) nunca se habrían llevado a cabo sin el incansable esfuerzo de Bauer. La mayoría de los inculpados sólo pudieron ser juzgados como cómplices de asesinato y resultaron condenados a unos pocos años de cárcel, mientras amplias capas de la sociedad rechazaban los procesos. Es mérito de Bauer, a través de dichos procesos, el haber introducido e impulsado a partir de mediados de la década de 1960 la discusión pública sobre el Holocausto.
Sobre este tema insertamos también este enlace a La conspiración del silencio.
Comentario realizado por Carlos Carrera Ortiz, 14-5-2016